La leyenda detrás del collar de diamantes que lució la Reina Letizia en el retrato de Leibovitz
A lo largo de la historia las reinas siempre se han retratado con sus atributos reales para dar majestuosidad e importancia a su posición como regentes o titulares de la corona. Las piezas de los joyeros de estas siempre han despertado la curiosidad y la pasión de los amantes de las joyas, pero también de los historiadores porque en los retratos y todos los detalles que se reflejan, se obtienen muchísimos detalles de la vida palaciega así como las modas del momento.
Regalar una joya a una mujer siempre ha significado un símbolo de amor, compromiso, galantería….y en las reinas, una valiosa prueba de la fuerza económica del rey. Se regalaban por los compromisos matrimoniales, como premio por dar hijos a la corona, por aniversarios…o, un clásico entre los clásicos, como forma de pedir perdón por una infidelidad. En esto los reyes han sido siempre muy mortales por muchos atributos regios que les hayan adornado. Cuenta la leyenda, y usamos esta palabra porque no existe testimonio documentado serio que lo atestigüe, que el rey Alfonso XIII, un desastre en cuanto a fidelidad a su mujer se refiere, se deshacía en regalos a su esposa cada vez que tenía un desliz y fueron varios. Quizás esto explique el maravilloso joyero de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, más conocida como Ena.
La historia del collar de chatones
El collar de diamantes que lució la Reina Letizia en su ya famoso retrato hecho por Annie Leibovitz, es el primer espectacular regalo que Alfonso XIII regaló a su prometida. Se trataba en origen de una pieza hecha por Ansorena de 30 diamantes de corte brillante tallados en forma redonda y engastados al estilo ruso con garra de platino, esto es, con chatones. Un chatón es un tipo de engaste que sujeta la gema en la joya y que también se conoce como «negaste en bisel». Este metal envuelve la mayor parte de la piedra preciosa dejando a la vista sólo la parte superior, tal y como se puede apreciar en las fotos que hay.
La Reina Victoria Eugenia con el collar de chatones cuando estaba recién casada.
A la Reina, que nunca ocultó su pasión por las joyas, le gustaba tanto la pieza que el Rey le regalaba cada vez que había una ocasión, más chatones para engarzar al collar haciéndolo cada vez más largo. La historia oficial cuenta que era con motivo de aniversarios, cumpleaños, nacimientos de hijos….y los mentideros dicen que era cada vez que el Rey le ponía los cuernos. Sea verdad o mentira, lo cierto que es que la Reina acumuló tantos chatones que el original collar, que un principio era prácticamente una gargantilla, llegó a la altura de la cintura de Ena.
Victoria Eugenia con el collar de chatones ya bastante más largo.
El collar, dividido en dos
Cuando ya Ena estaba en el exilio en Lausana (Suiza) decidió dividirlo en dos y fue ahí cuando dispuso añadir dos codicilos a su testamento siendo uno de ellos referido a las llamadas «joyas de pasar». Dice así: «Las alhajas que recibí como regalos del rey don Alfonso XIII y de la misma infanta Isabel (…). Desearía si es posible, se adjudicasen a mi hijo don Juan, rogando a éste que las transmita a mi nieto don Juan Carlos. El resto de mis alhajas que se repartan entre mis dos hijas».
Victoria Eugenia con el collar de chatones divido en dos.
El concepto de «joyas de pasar» tiene un significado muy acorde con su nombre y que no es más que la disposición que Victoria Eugenia hizo del joyero real de manera que las joyas que estuvieran dentro de él pasaran de reina a reina siendo estas las depositarias y guardianas pero no las dueñas. Esto proviene de la tradición británica y Ena era inglesa.
Letizia, la guardiana actual de las joyas «de pasar»
De esta forma, las joyas pasaron de Victoria Eugenia a su nuera, la condesa de Barcelona, y de esta a su nuera la Reina Sofía quién, al convertirse en Emérita, se las ha pasado a la Reina Letizia, actual «propietaria». Este joyero, de valor incalculable, pasará a la princesa de Asturias cuando suba al trono. Doña Letizia se puso el collar por primera vez en octubre de 2019, con motivo de su viaje a Japón por la entronización de Naruhito. En aquella ocasión «tiró la casa por la ventana» y no sólo uso la citada joya sino que también lució espectacular tiara Flor de Lis en la cena de gala, acompañada de un espectacular vestido color capote hecho a medida por Carolina Herrera (algo curioso habida cuenta de que no es muy aficionada a los toros).
La tiara Flor de lis es la más representativa del joyero y la más valiosa de las joyas de pasar. Se creó (como el collar de chatones) por la joyería Ansorena y fue un regalo de boda de Alfonso XIII a Ena en 1906. La Reina Letizia la usó por primera vez con motivo de la visita oficial de Mauricio Macri, presidente de Argentina, y su mujer, Juliana Awada.
La Reina Letizia en la entronización de Naruhito en 2019 con el collar de chatones. (Foto: Gtres).
Doña Letizia con la tiara FLor de Lis en la entronización de Naruhito en 2019. (Foto: Gtres).
Doña Letizia en cena de gala ofrecida en el Palacio Real de Madrid a Mauricio Macri, presidente de Argentina en 2017. (Foto: Gtres).
Doña Letizia ha usado las joyas de pasar pocas veces. Es bastante austera en el uso del joyero real y en pocas ocasiones fuera de las cenas de gala donde sí es «obligatorio» lucir las diademas o tiaras, ha usado grandes «alhajas» como las llamaba la bisabuela de su marido.
Pero para el retrato de Annie Leibovitz que el Banco de España encargó, eligió este collar por su enorme simbolismo, la trascendencia histórica que representa y la imagen regia que, de una forma o de otra representa el cargo que ostenta. Podría haber elegido usar cualquiera de las tiaras del joyero que tiene a su disposición pero prefirió ese collar con esa «leyenda» que seguramente conoce aunque no sabemos si con ello ha querido enviar algún detalle simbólico. Se ha dicho que fue la propia Leibovitz la que prefirió que la foto que se hiciera pública finalmente fuera sin ningún atributo regio pero es de suponer que la Reina ha tenido que estar de acuerdo con esto.
El joyero tiene, lógicamente, muchas más joyas, pero esa es otra historia y, posiblemente también con sus propias leyendas.